2.-
CONCLUSIONES SOBRE LAS DISTINTAS TEORÍAS
Sobre las
hipótesis aquí relacionadas se han ido construyendo otras
que combinan elementos de todas ellas. Me he limitado a
recoger las que he considerado esenciales para hacer un
seguimiento de las investigaciones.
Es
difícil comprender como se ha complicado tanto el tema sobre
la identidad del miliciano, a partir de unas opiniones sin
fundamento. Se ha planteado incluso la posibilidad de que se
haya confundido información sobre Federico Borrell García
con la de otro miliciano, también de Alcoy y miembro de la
C. N. T. llamado Enrique Borrell Fenollar.
Enrique
Borrell Fenollar
publicó un artículo en esas fechas (1937) en el que
describía la muerte de su correligionario y paisano Federico Borrell García. "Taino". Documento que deja en
entredicho las versiones de Robert Capa y de Mario Brotons. Según
Enrique B. Fenollar, “Taino” llegó a Cerro Muriano el mismo
día 5 de septiembre y participó en los combates desde
primeras horas de la madrugada, cuando se inició la ofensiva
el general Varela. Dice que murió sobre las cuatro de
la tarde por una herida de bala que le impactó en el
corazón, defendiendo una batería de artillería cuando
permanecía parapetado en un árbol. Describe en su carta:
"Aún
le veo tendido detrás del árbol que le servía de parapeto,
con los cabellos en desorden. Sobre la cara un hilillo de
sangre que brotaba de su boca.¡Aún después de muerto
empuñaba en su mano rígida el fusil que tantas
esperanzas de Libertad le habían hecho concebir".
Evidentemente E. B .Fenollar no conocía la teoría del
“human reflex response” de Robert L. Franks.
Desde que
Barengo hizo públicas sus observaciones sobre los
negativos de los contactos de Capa, la teoría de la
escenificación fue tomando fuerza. Progresivamente se
unieron opiniones que corroboraban que la fotografía "Falling
Soldier" era un montaje. Actualmente existen pocos
argumentos bien fundamentados que desmientan
que Capa mintió.
Tenemos el
convencimiento de que en el caso de Friedmann no hubiera
suscitado tanta polémica si Magnun Photos, empresa
propietaria de los contactos originales (parece, y es
extraño, que no existen negativos), se hubiera prestado a
cederlos para la investigación. Obviamente sus intereses
actúan en sentido contrario. La radicalización de su postura
le ha llevado a negar el permiso para utilizar esa imagen en
el documental “Heroes never die”“(“Los héroes nunca mueren”)
de Jan Arnold.
Facilitar
información por parte de Magnun Photos a los que pretenden
demostrar un fraude y que estos lo consigan, supondría
quitarle la autoría a Capa y atribuírsela seguramente a
Gerda Taro o incluso a “Chim” Seynmour, dejar como mentiroso
a su fotógrafo-estrella (Robert Capa) y reconocer la
complicidad en el engaño durante muchos años. En este
sentido, es fácil comprender su posicionamiento para
entorpecer que se clarifiquen os hechos.
Los
contactos estudiados por Barengo parecen evidenciar que la
foto se hizo durante un simulacro de maniobras y que fueron
manipulados, o bien por Gerda y Capa o por la revista “Vu”.El
simulacro de maniobras es reconocido por el mismo Friedmann
desde la primera versión en la que explicaba como se hizo la
foto. Parece probable que se quisiera dar sensacionalismo y
dramatismo a las que podían ser las últimas imágenes del
ejército republicano en el frente de Córdoba.
La
situación real de esos días en la zona, con ataques
permanentes de la aviación, hubiera permitido un mayor
número de secuencias. Captar esas imágenes supondría un alto
riesgo en la seguridad personal del fotógrafo. Capa decía
que “si la foto no era buena, es porque no se está lo
suficientemente cerca”. Por eso nos extraña mucho que no se
acercara más al escenario de la contienda para documentar
los acontecimientos. Seguramente también por eso, se situó a
menos de doce pasos de su miliciano "muerto" y obvió la de
otros fallecidos o las escenas de las incursiones aéreas que
se venían produciendo. Aunque parece ser que por aquellos
días, los bombarderos volaban muy “cerca” en Sierra Morena.
Tal vez demasiado para el controvertido artista.
Si
Capa llegó a comentar o no a O´Dowd Gallagher que
las fotos fueron resultado de una puesta en
escena en un día tranquilo en el frente, carece de
importancia. En las pruebas aportadas por Luca Pagni,
el montaje queda más que demostrado. Análisis que se ha ido
reforzando con estudios posteriores como el realizado por
José María Hernansáez sobre la disposición de las armas
que sujetan los milicianos (ángulo de tiro, posición en los
cuerpos de los soldados en la trinchera, el retroceso de los
Mauser o rifles no montados para ser disparados).
Las
escenificaciones fueron desde el inicio de su carrera, una
constante en la vida profesional de Friedmann, que incluso
parecía disfrutar de algunos de ellas, como si de bromas de
complicidad con sus amigos intelectuales se tratase. Tal es
caso del posado de Gerda Taro apoyada en un poste de
carretera con las siglas P.C. (¿Partido Comunista?).
Está
suficientemente demostrado que incluso llegó a repetir las
mismas escenas posadas por distintas personas y en lugares
diferentes. Es el caso en la que aparece un hombre llevando
un niño herido en sus brazos.

En el
caso de “Bombardeo de Barcelona”, el título de “Carrera con
perro”, le daría connotaciones distintas sin cambiar nada de
la imagen. La sonrisa de la mujer que corre no está muy de
acuerdo con su prisa por ponerse a salvo de las bombas. Si
juzgamos por las otras figuras que caminan a paso normal,
incluso una que parece quieta, observándola, se diría que
ella es la única que ha escuchado el aviso antiaéreo.
Lo
mismo ocurre con la del “Bombardeo en Bilbao”, en la que los
espectadores miran hacia arri
ba, pero con centros de
atención diferentes. Para la niña (las escenificaciones con
los niños tienen mayor
dificultad) y para la espectadora de blanco, los aviones no
debían preocuparle ni llamarles la atención. En definitiva,
la foto muestra a un grupo de personas con la vista
levantada hacia el cielo, siendo el título de la foto lo que
pone en nuestra mente la idea de lo que queramos ver en
ellas.
Borrar
detalles que pueden servir para analizar la autenticidad
sacando fotos movidas, será recurso que dará muy buenos
resultados a Capa.
Si en la
foto de “Falling soldier" hubiéramos leído el título “Caída
de un miliciano”, es posible que incluso alguien hubiera
podido interpretarla en tono de humor. En las copias que
hemos podido estudiar, no llegamos a ver el dramatismo de la
muerte en su rostro, ni tampoco el dolor de una herida de
bala en la cara del miliciano en el suelo (DG-6) que muchos
han querido ver. Más bien nos parecen homb
res
que sonríen mientras fingen una caída o se divierten. Esto
coincidiría con la historia de Capa de que fue una broma,
con un resultado “de muerte”. La iluminación en el
rostro en la foto DG-6 responde a la posi
ción del resto de
las sombras del cuerpo. No ocurre así con la del soldado
muerto.
Resulta
extraño en el caso de Gallagher una confusión de las
características de la suya, máxime teniendo
en cuenta que ponía en entredicho la fama y la integridad de
Capa. Cuando rectificó, tal vez se atenía a un posterior
pacto de silencio entre caballeros, que podían estar
compartiendo secretos de profesión. Sobre si coincidieron o
no en un hotel de Francia, carece de importancia, en la
medida que lo mismo que se equivocó de escenario bélico,
pudo hacerlo en la ocasión y el lugar en el que Capa se lo
confesara. El hecho es que, de una forma o de otra, en un
momento dado, hizo esa declaración y solo por él fue
desmentida más tarde. Conviene señalar al respecto que el
testimonio de Gallagher coincide con las declaraciones que
le hizo Capa a Hansel Mieth sobre la ficción de las
maniobras, en su segunda versión “oficial”.
Hansel
Mieth
y Phillip Knightley
dejan claro la poca credibilidad de Capa. Miente cuando le
conviene. Lo que él pudiera decir al respecto carecería de
valor documental, si no se acompañaba de pruebas. Ya hemos
tratado antes el carácter ético de Friedmann en ese sentido.
En cuanto
a la objetividad de su biógrafo Richard Whelan, no
hace falta señalar que defiende los intereses de Mágnum
Photos y las de su apologizado Capa. Las razones que alega
para defender la veracidad de las fotos son las teorías de
Mario Brotons y Robert L. Franks, sobradamente refutadas y
que han dejando bien de manifiesto su poca consistencia. En
la bibliografía de sus artículos sobre este tema no suele
mencionar el nombre de Luca Pagni.
Mario
Brotons
se limita a decir que hubo un miliciano que murió el día en
el que Capa dijo que se hizo el reportaje. Murieron
muchísimos más, esa jornada y la siguiente, tal y como se
relata en el libro “General Varela. Diario de operaciones”,
de Jesús N. Núñez Calvo. Afirma que quien apare
ce
en la foto “Muerte de un miliciano” es “Taino”,
hecho no solamente indemostrable hasta el momento, sino
hartamente dudoso. Hay razones para pensar que no falleciera
ese día, según la información facilitada por su propio
hermano, ya que no tuvo noticias de que ese suceso se
hubiera producido ni ese día ni el siguiente.
Se ha
especulado que el hecho de no poder recuperar su cadáver
implicaría que debió morir en una avanzada del bando
nacional, por lo que los soldados republicanos en retirada
no podían recuperar los cuerpos de sus compañeros. Si fue
enterrado en una fosa común fascista, ni la tesis de Brotons
ni la de Robert Capa podrían darse por válidas, ya que en el
momento de la foto, esas colinas estaban aún en poder de los
frentepopulistas, que se hubieran hecho cargo del cuerpo,
informado a sus superiores.
Tampoco
estaba dado de baja, a efectos de cobrar su nómina de
combatiente, el día 5 de septiembre. Tenemos información de
su “muerte o desaparición” en la relación del Departamento
de Defensa datado el día 17 de septiembre de 1936, publi
cada
por Miguel Pascual en su libro “Milicianos”
El día 5
de septiembre de 1936 en Cerro Muriano cayeron muchos
soldados. No obstante, la foto fue hecha un día tranquilo,
según Capa. Por otra parte, tampoco existe acta de
defunción de Federico Borrell. El único testigo que parece
haber presenciado la muerte del anarquista (Enrique Borrell
Fenollar), pone en entredicho lo que afirma Mario Brotons.
Explica Borrell Fenollar en el artículo que escribe como
homenaje al compañero caído un año atrás, que ambos llegaron
el día 5 de septiembre de madrugada a Cerro Muriano
procedentes de Alcoy, que “Taino” murió a las cuatro de la
tarde, de un disparo en el corazón, cuando defendía una
batería republicana parapetado en un árbol.
Viajaron
juntos desde Alcoy, son correligionarios y paisanos. Sin
embargo, no informa a su hermano Evaristo (que está en esas
fechas en Cerro Muriano) de la muerte de “Taino”, ni da
referencias días después de donde podía buscar su cuerpo.
Eran momentos difíciles y de gran confusión, pero estamos
hablando de un grupo bien definido con muchos más vínculos
que los puramente circunstanciales provocados por la guerra
y de tres apellidos, Borrell (Federico, Enrique y Evaristo)
compartiendo los pocos kilómetros de escenario bélico que
era Cerro Muriano. Si confiamos en la memoria de Enrique y
damos por ciertos sus datos, “Taino” no pudo
ser el miliciano de la foto de Capa, ya que apenas
permaneció una horas en el frente. Excepto que el compañero
Enrique quisiera vincularlo en su recuerdo a la efemérides
de la gran batalla del día 5 de septiembre contra el
fascismo.
Muere
“Taino”, un miembro importante de la C. N. T. de Alcoy y
organizador de las columnas anarcosindicalistas que acuden
al frente de Córdoba y su hermano tarda en enterarse varios
días, estando en la misma zona. Oficialmente, en la relación
del día 5 de septiembre correspondiente a los soldados
que tienen que recibir nómina por estar integrados en la
milicia, aparece Federico Borrell García. Para los
medios oficiales anarquistas y republicanos, aún estaba vivo
o no se tenía constancia segura de su muerte. De hecho,
incluso una vez terminada la guerra, los falangistas seguían
yendo a su casa para preguntar por su paradero.
Brotons se
limita a decir que Federico Borrell murió el día cinco y que
le parecía que era el de foto (DG-1). Whelan lo pregona a
los cuatro vientos y crea un héroe local que sirve
perfectamente a sus fines de autentificación de la foto de
Capa. Tenemos la impresión de que, una vez más, se sostiene
la falacia con una estrategia de marketing.
Si
aceptamos los recuerdos de E. B. Fenollar, Brotons se
equivoca: “Taino” murió de un balazo en el corazón
defendiendo una batería republicana y no en la foto de Capa,
donde él dice reconocerlo.
También se
equivocaría Miguel Pascual Mira: Si “Taino” llegó por la
mañana de Cerro Muriano y falleció a las cuatro de la tarde,
en tan poco intervalo de tiempo no pudo participar en la
sesión fotográfica de Capa, ya fuera verdadera o fingida,
considerando que el general Varela había tomado posiciones y
las milicias estaban en máxima alerta.
Si
aceptamos la tesis de Miguel Pascual de que “Taino” posó
para capa, Brotons no acierta al decir que “Taino” muere
realmente en la foto de Friedmann.
Si damos
crédito a la carta de E. B. Fenollar, el parte de nóminas
del Comité del día 5 de septiembre de la C. N. T. es
inexacto.
Con los datos aportados por estos tres
informadores es imposible establecer una secuencia creíble y
articulada de los hechos.
Atletas: Podemos comprobar la
inconsistencia de la teoría de Robert L. Franks. La mano
inerte implicaría que está vivo.
Sobre el
tema de la mano izquierda que aporta Robert L. Franks del
miliciano (DG-1), en la que según el detective
norteamericano, el hecho de permanecer cerrada es indicativo
de que el soldado está ya muerto en el momento de la foto,
basta con mirar algunas imágenes de atletas, para comprobar
que no es cierto. Como ya han señalado otros investigadores,
su hipótesis debería haberse acompañado de alguna imagen que
demostrara su afirmación. No hemos tenido acceso al
documento original de su informe (si es que lo hay), ni
tenemos constancia de otras fuentes que las hayan
reproducido.
Según
hemos sabido a través de algunas consultas realizadas a
especialistas (neurólogos y traumatólogos de medicina
deportiva), cuando el salto hacia atrás lo realiza el
individuo conscientemente, la protección se busca con el
cuerpo en la forma de propiciar la caída. Si la caída es
verdaderamente accidental, ocasionada por pérdida
involuntaria de equilibrio, se intenta amortiguar el golpe
abriendo de forma refleja la mano.
La
mano cerrada demostraría que el miliciano está vivo, ya que
puede ejercer sobre ella el efecto de impulsarse hacia atrás
para “hacerse el muerto”.
Otro dato
sobre la posición del personaje en el momento de su presunto
fallecimiento es el hecho de la asimetría que presenta en el
ángulo de los miembros superiores. Así como el izquierdo se
muestra inerte según Franks, el derecho aún parece ejercer
cierto control en la sujeción del rifle. Un disparo en la
cabeza está lejos de producir esos efectos psicomotrices. La
tensión muscular que se manifiesta en los miembros
inferiores y en el brazo derecho contrasta con la del brazo
izquierdo. Un cuerpo sorprendido por el impacto de una bala
no reacciona de una forma tan premeditada. Tampoco es
probable que la fuerza de una sola bala levante a su víctima
tantos centímetros del suelo.
DG-11, 10
y 9. Brazo del miliciano en DG-1 comparado con el de Robert
Capa
Resulta
irrisorio que Whelan se acoja a la aportación de Brotons
como a un clavo ardiendo. Brotons tenía 14 años cuando
estuvo en Cerro Muriano, según él mismo declara. Por débiles
que permanecieran algunos acontecimietnos en su recuerdo,
¿Tuvo que
reparar en las cartucheras del soldado para recordar que él
y otros compañeros de Alcoy estuvieron luchando en el frente
de Sierra Morena y que la foto correspondía a ese momento?
· ¿No
sabía que las cartucheras eran las reglamentarias del
ejército republicano, como señala José María Hernansáez?
·
¿Lo asoció
a la persona de Federico Borrell por coincidir la fecha que
dio Capa para la foto y la muerte de “Taino”?
La fecha
en la que murió el anarquista alcoyano aún no parece haber
quedado demostrada. Ni su propio hermano tenía la certeza de
cuando se produjo el óbito, ya que afirmaba que estuvo ese
día en Cerro Muriano y no vio morir a Federico ni le dieron
noticias de que eso hubiera pasado. Su cadáver lo busco
infructuosamente, pero en fechas posteriores incluso al día
6 de septiembre.
Pero
aunque “Taino” hubiera muerto el 5 de septiembre en Cerro
Muriano, cosa que nadie puede afirmar de forma contundente
¿Por qué tiene que ser él quien aparece fotografiado y no
cualquiera de de los otros combatientes que constaban en
lista en la que se informa de la muerte o desaparición de
todos ellos?
Cuesta
pensar que un miliciano de la CNT que había organizado las
Juventudes Libertarias en su pueblo y que desde muy joven
pertenecía al Comité Central del sindicato, no diera ejemplo
llevando el uniforme de la unidad que él mismo había ayudado
a formar. Esa camisa blanca es el atuendo menos recomendable
para estar en campaña, por lo destacado de su visualización
en la distancia. Parece más bien una ropa elegida para no
pasar desapercibido. Todo lo contrario a una estrategia de
camuflaje en el campo de batalla. Quienes hayan examinado
fotos de los combatientes en España durante esos días,
resulta difícil dar credibilidad al atuendo del presunto
miliciano muerto (DG-12).
El
pantalón de vuelta bien marcada y los tonos claros,
inmaculados en mangas y rodillas, casi convierten al
miliciano muerto (DG-1) en un “dandy” con alpargatas. Idea
que no coincide tanto con el perfil de “Taino”, como con el
de Capa.
La forma
de llevar subida las mangas de la camisa puede servirnos de
ejemplo. En esas fechas vemos a Capa fotografiado con Gerda
Taro (DG-11) luciendo el mismo estilo en su atuendo.
Milicianos y
dinamiteros anarquistas de la Guerra Civil española
Robert Capa y
el presunto "Taino"
El
miliciano muerto (DG-1) más parece un personaje capitalino
que un dinamitero de Linares o un soldado de la República.
Más parece
un fotógrafo que viaja como periodista extranjero en coche
oficial, puesto por el Comité de Prensa y Propaganda de la
República, alojado en el Hotel Astoria de Barcelona, que un
miliciano que comparte rancho en la trinchera con sus
compañeros de armas. Más parece el miliciano muerto, cuando
está retratado entre sus compañeros (DG-3, fig.1 y DG-12),
un personaje individualista y despreocupado, que está
viviendo un momento psicológico que nada tiene que ver con
la preocupación que manifiesta el rostro del que permanece a
su lado (DG-3, fig.2) o incluso de los que sonríen.
En la foto
en la que aparece a Federico Borrell sentado en el parque
con un amigo (DG-18), vemos que se recoge las mangas como el
soldado de la imagen DG-47 y no como lo hace el de la imagen
DG-12, que representaría a Robert Capa, según algunos
investigadores. Hasta la asimetría del remangado parecen
corresponderse en las fotos DG-47 y DG-18, como también
resultan coincidentes en la DG-10 y 11 (Robert Capa con
Gerda Taro) con las del miliciano muerto (DG-9 y DG-12).
Algunas
fuentes aseguran que las fuerzas republicanas en ese momento
en Cerro Muriano consistían en 30 guardias civiles
(uniformados), el 6º Regimiento de Artillería de Murcia
(uniformados) y dos compañías del regimiento de Alcoy
(uniformados), más los paisanos que se habían incorporado de
forma voluntaria e incontrolada. Sólo 30 mineros procedentes
de Linares iban con ropas de civil.
A alguien
como Mario Brotons, que fue testigo directo, ese detalle no
pudo pasarle desapercibido, máxime teniendo en cuenta que
además estuvo recogiendo datos para confirmar la
identificación de “Taino”. No obstante, propuso a un líder
anarquista de su pueblo antes que a uno de los dinamiteros
giennenses sin uniforme, como hubiera dictado la lógica, a
tenor de las apariencias.
Por su
parte, Miguel Pascual, Secretario General de Comisiones
Obreras y miembro del Partido Comunista (según declara en
correo electrónico a Luca Pagni, con fecha 17 de Agosto de
2003 -17:47 h), no desmiente el testimonio de Brotons, pero
le quita las connotaciones de heroicidad y protagonismo,
diciendo estar convencido de que es el posado de una persona
“alocada y fanfarrona” que se prestó a ello por pura
egolatría y afán de protagonismo.
Podríamos
resumir los hechos diciendo que el análisis de las fotos
realizado por distintos especialistas demuestra que su
secuencia cronológica no corresponde a las versiones dadas
por su presunto autor (DG-1, DG-2 y DG-3) . Las denominadas
DG-1 y DG-2 feron tomadas en el mismo sitio, con al mismo
ángulo de disparo y en un intervalo de tiempo que no
permitiría explicar la caída de dos milicianos sin que, por
lo menos, uno de ellos fuera retirado rápidamente del
escenario. Recogemos la impresión de que primero se toma una
foto, el modelo se retira por sus preopios medios y actúa
otro, con inmediatez casi simultánea.
Ni la
identidad del miliciano de DG-1 ni el día de su
fallecimiento tienen relevancia a la hora de analizar la
imagen, con el propósito de saber si se trata de un montaje.
Sea quien sea, y esté en el día que esté, el protagonista
pudo morir unos minutos más tarde de la puesta en escena,
incluso por una caída accidental ensayando otra pose. Desde
este punto de vista, la identidad facilitada por Mario
Brotons sobre la posible identidad del miliciano (no
demostrada), aporta poco a ese debate.
Sin
haberse demostrado la identidad de “Taino”, no sabemos en
qué se fundamenta Miguel Pascual para decir que el verdadero
Federico Borrell posó para Friedmann. Tampoco expone este
autor las razones por las que da credibilidad a la tesis de
Brotons.
También
hay que decir que el día 5 de septiembre de 1936 no hay
constancia oficial del fallecimiento de ningún soldado en
Cerro Muriano con ese nombre, como ha demostrado Luca Pagni.
Las pruebas que se aportan sobre Federico Borrell sólo
implican que desapareció. Ni siquiera existe acta de
defunción por lo que no se puede determinar ni el día ni la
hora, aunque pudo producirse antes del día 17 de septiembre,
fecha en que ya parece relacionado oficialmente entre los
desaparecidos o muertos. Ese documento tampoco demostraría
su defunción de forma contundente, sino solamente el hecho
de su desaparición..

La caótica
retirada de Cerro Muriano por las fuerzas republicanas ha
sido tratada por historiadores, tanto nacionales como
republicanos. Tal y como se describe la situación de esos
día en el frente, en la que el caos y la huida precipitada
fueron la tónica general, cualquier afirmación sobre lo que
aconteció no deja de ser un testimonio subjetivo,
susceptible de ser cuestionado, en tanto que no se sustente
en documentos precisos de la época o testimonios
coincidentes. Incluso resultarían suficientes los
testimonios, si estos no resultaran contradictorios entre
sí.
En esos
días, tampoco debió ser tanta la tranquilidad en esa zona
del frente para permitir escenificaciones, teniendo en
cuenta que Cerro Muriano estaba a doce kilómetros de
Córdoba, tomada por las tropas nacionales y donde la
aviación realizaba constantes incursiones. Esa puede ser la
razón por la que se utilizaron unas fotos previas al día
cinco de septiembre, hechas en algún momento sin actividad
de fuego real en el que se estarían consolidando las
posiciones de ambos bandos, ante la inminencia de la batalla
final.
De haberse
dado en un momento de acción, lógico hubiera sido hacer
varias tomas del combate, incluida la del muerto, una vez
yacía en el suelo. Por mucha prisa que Capa tuviera en
abandonar una zona de peligro. ¿Cómo es posible que no se
hicieran más fotografías de unos acontecimientos de la
envergadura como los sucedidos en Cerro Muriano? Este
comportamiento no suele ser habitual en un reportero de
guerra.
Los
combates de Cerro Muriano se produjeron el día 5 de
septiembre de 1936 .El día 17 de septiembre ya se sabía que
“Taino” había “desaparecido o muerto” y seguramente
también se conocía la suerte que habían corrido otros
dirigentes de las columnas milicianas de Alcoy.
Siguiendo
el relato de Franz Borkenau, las columnas alcoyanas fueron
las que lucharon con mayor valentía y resistencia en esa
región de la sierra cordobesa. Permanecieron en sus puestos
mientras otros sectores del ejército republicano se
retiraban, con o sin sus oficiales.
No
entendemos como una foto que implicaba información de
actualidad, tardó semanas en salir a la luz. Estoy en el
convencimiento de que los personajes que aparecen en primer
plano de la fotografía “Milicianos de Cerro Muriano” (DG-3)
eran dirigentes de las milicias anarquistas, cuyo destino
pudo ser ya conocido para esas fechas. Es posible que una
vez que se supo que no habría testigos que cuestionaran la
veracidad de la imagen, decidieran publicarla.
María
Segura, esposa de Evaristo Borrell (el hermano de "Taino"),
en unas declaraciones hechas al periódico "El Mundo" dice
que su marido murió con la pena de no haber podido localizar
ni enterrar a su hermano. Ni siquiera encontrar una foto
suya. Esto puede inducirnos a pensar que antes de morir no
llegó a reconocer definitivamente en el miliciano de Capa la
imagen de Federico. Si sus declaraciones no fueron más
contundentes pudo deberse a no querer disociar el nombre de
su hermano de la fama que le había proporcionado el ser
protagonista de la foto que se había convertido en el icono
internacional de la Guerra Civil española.
Cuando
Luca Pagni cuestionó la afirmación de Mario Brotons sobre la
identidad del miliciano muerto (DG-1), la imagen de “Taino”
volvió a desaparecer en las fotos de Cerro Muriano.
Sin
embargo, creemos que el anarquista alcoyano aparece
retratado en los contactos que se atribuyen a Robert Capa.