Enviado por Lara Khraft(1)*
- No Reg.- el 08/09/2006 a Funcionadministrativa.com
Una broma para Ice M.A.N
(2)*
Le conocí, concretamente, un día que
no recuerdo.
Hablamos, exactamente, de algo que no podría precisar.
Aunque sé su nombre, me gusta llamarlo Redneh,
que en idioma de nuestro Sistema quiere decir algo así como
androide del copón.
Luce siempre el uniforme más tornasolado de
la galaxia y si pesara un gramo más, en vez de definirlo como
corpulento, lo describiría como… ¿gordito?
Pero es alto, fuerte (yo creo que hasta guapo) y su figura
impresionante de gigantón rural, disuade a los que pretenden
llevarle la contraria en su presencia. Sobre todo, en lo que afecta
a temas debatidos en los foros de la Federación Austral. Conozco a
muchas tripulantes de la Argos que confiesan encontrarlo
salvaje, pero muy, muy atractivo.
Se jacta de haber desintegrado a muchos ciber-pavos con su
implacable neurolaser, solo por el placer de divertirse.
En realidad, creo que lo hace para
advertirles que podría haberles ido peor si otro otaP sin
escrúpulos los hubiera elegido como víctimas. Por eso nunca se
disculpa y no comprende las razones de quejas y
desagradecimientos. Sé que esa afirmación que hace de sí mismo es
cierta porque lo intentó también conmigo. Me salvó la intuición y la
suerte.
Camina y verbaliza, poseyendo el espacio. Le gusta revestirse de un
aire de fiereza que solo consigue engañar a perversos y tontos. No
le temen ni los niños, ni los perros… ni yo.
Confieso, no obstante, que cuando hablo con él (tiene una voz
increíblemente hermosa), me siento como ratoncillo atrapado en las
garras del gato, con el que el felino se entretiene sádicamente,
hasta minutos antes de devorarlo.
No diré que me guste esa situación de desventaja, pero tengo la
seguridad de que, cuando se disponga a engullirme, si le cuento que
tengo familia y dejo huérfanos, me depositará suavemente en el suelo
y me dará algunos consejos para que no vuelva a caer en otra trampa
como la que él me tendió.
Disfruta viendo a los humanos enredarse en sus controversias. Es un
provocador silencioso que se entretiene viendo surgir y crecer los
malos entendidos ajenos que él ha motivado.
Dicen los que le conocen, que es capaz de
hacer milagros, que transforma la realidad a su antojo llegando a
creerse lo que piensa, en su particularísimo mundo. Casi siempre
consigue lo que se propone, sobre todo cuando lucha por algo que
beneficia a los demás.
Habla, habla y habla… ilustrando con anécdotas personales lo que, a
veces, es su propio monólogo. Cuando los atónitos oyentes han bajado
la guardia, escucha o discute. Dicho de otra manera, una vez que los
ha atrapado en su atmósfera, se informa o combate.
Anoche, cuando la segunda luna de néaJ coincidió en su trayectoria
con la de adanarG, lo busqué, como suelo hacer siempre que necesito
uno de esos consejos que reconducen trayectorias personales y
posicionan muchas de nuestras experiencias vitales. Tiene la
sabiduría de la gente que ha sufrido y la intuición de los agredidos
que, sin armas, han tenido que defenderse.
Lo encontré frente al cuadro de mandos de su ionimizador,
contemplando una de esas auroras boreales verdes que tanto gustan a
los hombres-leugiM. Le describí la crisis de desencanto emocional en
la que me había dejado inmersa mi última travesía interplanetaria:
la integración con los miembros de la tripulación me resultó
absolutamente imposible, a pesar de mi esfuerzo por llegar a
sentirme parte de ellos. Por ese motivo renuncié, de forma
irrevocable, a volver a viajar con ellos por el espacio exterior.
Sin apartar la mente de sus cosas (al principio me escuchaba
distraído) me indujo a mirar hacia la luna llena del planeta Tierra,
que esa noche brillaba espléndida. Luego prometió conseguir para mí
lo imposible. Sé que trataba de consolarme. Por supuesto, no le
creí.
Aseguran que es el hombre de los milagros, pero yo no creo en
prodigios. Sin embargo, hizo que me asomara al universo de la noche,
que en segundos viera otras realidades más allá de las que me
angustiaban, que me reconfortara la ingenuidad amable de su
proyecto… Sentí la alegría de la amistad, pero sobre todo, tuve fe
en él.
Me supo escuchar. Cambió mi estado de ánimo y me hizo –sólo por unos
segundos– dudar de mi decisión.
Pensándolo bien, cambió mis certezas, aunque durante apenas unos
segundos. Me hizo creer que lo imposible puede convertirse en
realidad, solo deseándolo con fuerza. La humanidad de los androides,
cuando nos regalan su amistad, consigue a veces transformaciones
mágicas. Incluso crea espejismos.
Aunque tengo la certeza de que nunca llegaré a formar parte del
equipo de mis compañeros internautas, hacerme concebir la
posibilidad de todo lo contrario fue, sin lugar a dudas, su
verdadero milagro.
Un abrazo para ti, entrañable Ice M .A. N., desde un punto
perdido de la galaxia.