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LA  FONTE

 

 Portada del catálogo para la exposición "LA FONTE", de Pedro Garciarias.

 

EXPOSICIÓN CELEBRADA EN LA FUNDACIÓN RODRÍGUEZ-ACOSTA

Junio - Julio. Granada, 1993

 

 

"SOBRE TRANSPARENCIAS  Y FORMAS ACUÁTICAS"

Carta a Pedro Garciarias de Manuel Ruiz Lagos.

 

Universidad de Sevilla

 

 

De modo  - querido amigo- que la circunstancia de la exposición viene a romper la magia de la pintura oscura, secreta, la celada y simulando el juego óptico de ostensorio barroco, por arte de una vuelta de devanadera y de suerte, se fija unos instantes, acaso días, sobre los lienzos de pared del artificio doméstico de un carmen granadino.

 

Aprovechamos, pues, para hablar sobre formas.

 

Difícil se me haría contar las circunstancias de tu criaturas acuáticas, participar a otros unos alumbramientos que -indefectiblemente-  son guardianas, filtraciones esforzadas, secantes en los límites del papel, -su negativa materia-y, al fin, vapores diluidos en el intento de reiniciar el ciclo universal del eterno retorno

 

¿Debería yo denominar a cada uno de estos textos pictóricos y acuáticos como fragmentos transparenciales del discurso continuo que vaga por tu imaginación creadora? Todo sería disponer del espacio suficiente sumergible y pintable. Darte la oportunidad que el destino brindó a tu maestro Monet, una ancha cornisa blanca, inmaculada, preparada para detener las formas o las sombras.

 

Entonces sería factible situar en un horizonte continuo los lirios, las calas y las peonías, airosas sobre la superficie de las profundidades o amagando sus movimientos en arco hacia los bordes de la ribera. Distraídas y ausentes del reflejo oscuro de las profundidades, criaturas del agua, ofrecidas a nuestros ojos para la belleza, formas misericordiosas tejidas y creadas para confortar el corazón.

 

Éste sería el resultado del esfuerzo, la gratificación que el color otorgaría al ánima, enajenándola de la batalla inicial, el sagrado olvido del poeta.

 

En tanto, el ojo de la fuente, su punto y centro, sigue en su tiniebla.

 

A veces creo que es inútil fijarlo aprovechando la oportunidad de un favorable rayo de luz. Se escapa, se diluye, simula con mixturas de negros y verdes, resbala sobre blancos vacíos, perdiendo fondo sobre el azul turquí.

 

Pero esa es tu batalla. Aliento tu obligación, la que te tocó en la parte de la vida que te cumple, figurar, conformar, como diría el santo, la fonte que mana y corre, aunque sea de noche.

 

Aguas que rebasaron sus diques primitivos, rotas en centellas y átomos, remansadas en el simulacro de la piscina floran, fluidas corrientes de los paraísos ciertos o imaginarios, simples y complejas, negándose a las formas y dóciles, al fin, en el estaque inventado.

 

Niebla vaporosa liberada en su ámbito original, dichosa en el mundo de la idea, en los quietos cielos de la contemplación.

 

Agua generosa cómplice, al fin, del pintor y del arte, desvelada a los ojos de los que saben mirar en la epifanía de su revelación.

 

Andalucía, primavera de 1.993

 

 

 

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