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Pedro Garciarias

Haiku

 

 HAIKU Nº 15  - Año 2010

 

 

 

Presentación en papel offset Munken característica de los Pliegos del Azul de Pedro Garciarias.

 

Pliegos del Azul

Edición dedicada a

Elsa Galle-Dehennin

compuestos por doce poemas, según la

Escuela Shinkeikoo, un dibujo y un texto de Pedro

Garciarias. Se acabó de imprimir en los talleres de

Bodonia, S.L., el 14 de diciembre festividad de San Juan de la Cruz.

Para el texto se han utilizado caracteres Times, impresos sobre papel

Clarex Literatura ahuesado de 90 g. La edición de este nº 15

consta de 300 ejemplares numerados

del 1 al 300 y 30 en

cifras romanas.

 

Ejemplar nº 241/ 300

"Paz y bien 2010"

Garciarias

 

 

 

 

RETRATO DE UNA MUJER QUE SE FUE A VIVIR A UN PAISAJE

 

A la pintora Joan Mitchell, in perpetuum

Chicago,12.2.1925 - París, 30.10.1992

 

Texto como aparece en el haiku original

 

Joan, "este sueño que acabo de soñar y en cuyo tenue borde te hiciste tan visible" (1), limita con la luz, entre el tilo frondoso de Vétheuil, recortado sobre el Sena y el gran valle azul y oro de la campiña francesa. Ahí se desvela este juego de memorias que nos alcanza. Tu rostro de mujer no se desdibujó bajo la escarcha en aquella mañana de enero. Nada pudo contigo ni extinguirse con tu obra. Un hálito color cielo y el vaho verdinegro de la sombra del jardín, aquel campo de girasoles y el teclado de un piano te envuelven como un manto. Los trazos de tus dibujos a pastel quedan sobre el papel con la precisión de un compás musical. Hay, también, otra luz que resbala coloreada de azul ultramar intenso: la luz del lago y más allá a lo lejos, un océano violeta oscuro contempla el vuelo de las garzas, símbolo de inmortalidad  en China. Como no podías continuar el camio sin una aurora, apareció, entonces, la garza con la hendidura en su lomo  de nácar, y fue de manera imprevista, como diría Lezama, "una epifanía de lo poético, fulgurante entrevisión,  en instante del relámpago en la piedra"(2). La pared del corazón, ya se sabe, es tan fina que lo percibe todo, todo puede oírse y llega hasta muy lejos: hasta el taller del ebanista en el que ya reposaba, terminada, la garza nacarada, con una tenue hendidura que, fascinada por el enigma, esperaba la fulgurante aparición de una mujer, aquella que se iría a vivir dentro de un paisaje tallado en ébano y lacado en oro, con incrustaciones de madreperla. Pagó tu cuenta, quizás la garza conocía las palabras de Valente cuando afirma que "la poesía es cosa para andar en lo oculto, para adentrarnos donde nadie nos vea y estarse allí sin que nadie aparezca, sin que nadie nos suplicie" (3).Ella te invitó a entrar por aquella rendija tornasolada para que encontrases una dimensión desconocida e inesperada. Tu pasado se marchó, no recuerdas nada, lo que existió y te hizo llorar ya no existe. Ya puedes mirar al cielo, Joan, quién te hirió primero?, ¿dónde están las heridas?, han sido borradas. Eres libre. Has aprendido. Vas desapareciendo despacito. Tu forma se agita, rompiéndose en mil fragmentos que aparecen renacidos en otra luz. Alta, erguida, con un no sé qué de espera, la frente amplia, el pelo rubio recogido y tus ojos nuevos de niña, los que nunca perdiste, ni en los peores años; llena de energía, "-¡aquí sigo yo!", parece gritar la fuerza de tu mentón. La túnica plisada cae de tus hombros y los brazos al moverse indican dirección, pareces una koré dispuesta a echarse a caminar. Estallan los colores. ¿Qué fuerza alada te sostiene para hacerte brillar desde los flancos llameantes?, ¿dónde está el centro de tu cuerpo en equilibrio?, te balanceas como un navío cargado de tesoros. Ardes en la belleza inextinguible de tu rostro. Eres toda fuego, Enero se derrite. Tocas la dicha. Te preciso, te llamo, te celebro. Diría que me oyes muy de cerca, escondida en el tokonoma de la garza. Tu forma nueva me aquieta en esta hora, ¡qué arduo aprendizaje para volver a verte!

 

Hoy es jueves, a veintipocos días de junio, en mi jardín de Yegen.

Si vas a París y visitas el Museo Guimet, busca el biombo coromandel, negro y oro, con las garzas, los pinos y las nubes, fingidísimamente acerca tu oído a la rendija en el lomo de nácar de la garza situada a la derecha y allí oirás respirar a esta mujer, eso sí, de felicidad.

 

 

(1). José Ángel Valente, "Notas de un simulador". Ed. La Palma. Madrid, 1977

(2) . Lezama Lima, Tratados de La Habana, 1956,

(3). José Ángel Valente, "Fragmentos de un libro futuro". Galaxia Gutemberg, 2000

 

 

 

 

Placer de verano:

Recorrer descalzo

La acequia fría.

 

No hay niebla ni oigo su campana,

¿Con qué se adorna?

¿Qué rosas guarda?

 

Parecían pequeños

Sus ojos glaucos

Pero ¡qué música!

 

Dos lunas en el agua:

Una es del cielo,

La otra es mía.

 

En fila india,

Mil hormigas,

Preparan su invierno.

 

Un lamento de pájaro,

Esta vez, muy de mañana,

En el fondo del barranco.

 

Me viste de tierra,

Cielo, color y agua,

Ah, ¡el jardín de Yegen!

 

Cultivando rosas...

Y luego viene este sol travieso

Que les roba el color.

 

El jardín resuena

Todo el día, cuerda y

Percusión, todos a una.

 

Gritan los colores

Entre la floración del huerto,

Ah, ¡cuánta música!

 

No hay silencio

Este verano en el huerto,

¡Hasta los perales cantan!

 

Por más que quiero

No puedo atender al silencio:

¡Las rosas arden!

 

 

Ilustración y texto como aparece en el haiku original

 

 

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Música: "Liang Zhu"

 

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