· EL VIOLÍN DE CRISTAL · Reflexiones desde el tiempo
Miraba una serpiente confiada a un águila saltando torpemente, tropezando con el largo de sus alas y pensó para sí: “Yo soy más fuerte” Inició un zigzagueante desafío de insensata arrogancia y menos suerte
El águila, guiada por su instinto, atacó al animal hasta su muerte.
Si no hay necesidad de la batalla, si no existen razones convincentes, dejar seguir al águila su vuelo es, sin lugar a dudas, lo prudente.
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