LA VANGUARDIADOMINGO, 7 MAYO 1989
Alquife, la mayor mina de hierro de España Autor: José Bejarano
Articulo enviado por Juan Francisco Serrano (Almería)
Una nube de polvo oculta los profundos cráteres de la mina de hierro de Alquife, en Granada, considerada como la más importante de España por su volumen de producción. Tres millones y medio de toneladas de mineral al año se extraen de las entrañas del actual pozo de explotación a cielo abierto, un descomunal agujero que mide dos kilómetros de diámetro y 260 metros de profundidad.
Por las laderas del cráter suben y bajan orugas mecánicas. Arrastran en sus palas sesenta toneladas de una vez y las depositan sobre camiones de ruedas impresionantes. Estos, en medio del polvo y el humo, recorren el pequeño tramo que les separa de una tolva que filtra el negro y húmedo mineral y lo deja caer sobre una cinta transportadora. Arriba, en la planta de separación, apenas puede verse el casco de algún operario.
Todo en la mina de Alquife tiene proporciones colosales. La sensación de pequeñez embarga al visitante desde el primer momento, en medio de un omnipresente polvo rojo que lo tiñe todo; rodeado de artilugios que parecen salidos de películas de ciencia-ficción y metido en un agujero al que sólo falta el fuego para ser el mismo infierno.
Cien años de explotación minera no han agotado el hierro de las minas de la comarca del Marquesado granadino, situadas en la vertiente norte del macizo rocoso de Sierra Nevada, a pocos kilómetros de Guadix. Las reservas calculadas de la explotación minera se sitúan en cien millones de toneladas, sin contar los recursos aún no evaluados.
El mineral que se obtiene en Alquife es óxido de hierro, con una ley que varía entre el 55 y el 60 %. Contiene pequeñas proporciones de manganeso y sílice. El mineral tiene un aspecto terroso negro, es poroso y blando, con un 12 % de humedad. Estas características le hacen muy apreciado por las siderurgias.
La extracción a cielo abierto ha mejorado sensiblemente las condiciones de trabajo. Hasta 1967 la mina se explotaba mediante pozos y galerías subterráneas, sistema que resultaba mucho más penoso y menos rentable. La producción obtenida por aquellas fechas era de 250.000 toneladas al año, cifra que ha pasado a los tres millones y medio en la actualidad.
Una línea férrea de uso exclusivo une la mina con el puerto de Almería, a más de cien Kilómetros, de donde salen barcos cargados con el óxido de hierro que se extrae de Alquife. Todos los días salen de la estación situada en el poblado minero cinco o seis trenes de 25 vagones. En cada vagón viajan 50 toneladas de mineral. Los barcos parten con puntualidad británica desde principios de este siglo. Será porque hasta 1929 la mina fue propiedad de una empresa escocesa. El destino de los barcos sí varía, según los caprichos del mercado internacional, pero en los últimos tiempos suele ser Avilés, en un 50 %, y Francia, Holanda, Italia y Bélgica en el resto de la producción.
Alquife tiene unos mil habitantes dentro de su casco urbano y otros pocos más en el poblado minero, que ofrece un aspecto fantasmal, con sus casas cerradas y las calles cubiertas de fino polvo color teja. La parroquia, construida en tiempos de vida y ruido de niños, aparece mustia en una placita que debió de ser agradable. Los 340 trabajadores que se mueven en la explotación huyeron hace tiempo de su poblado minero, mitad por la falta de atractivo para su tiempo libre, mitad por el polvo que hace insoportable la vida allí. Quedan apenas diez familias donde hubo más de cincuenta. Ahora casi todos vienen desde los pueblos cercanos o de Alquife, que dista del poblado apenas medio kilómetro.
El alcalde, Jesús Valenzuela, mantiene su vivienda en el poblado minero, donde ejerce de practicante de la empresa, la Compañía Andaluza de Minas, de capital compuesto por el Banco Hispano Americano y el grupo francés Imetal. Las molestias del polvo y los rumores de la inminente venta de la mina a un grupo australiano tiene revueltos a los habitantes de Alquife, un pueblo que ha perdido la mayor parte de los vecinos en los últimos años.
Casas señoriales de estiló inglés, con jardines alrededor, chimeneas en todas las habitaciones y con escaleras de mármol blanco están a la venta en Alquife por precios irrisorios, y nadie las compra. Es el maldito polvo que lo inundó todo cuando se abrieron los pozos a cielo abierto y se introdujo el traslado del mineral mediante cintas transportadoras hasta los aledaños de la estación para embarcarlos hacia Almena.
En un solo día de fuerte ventolera, el pasado 25 de febrero, volaron de los montones entre 30 y 40 toneladas de mineral, según la empresa. Un polvo que impide a los vecinos tender la ropa en las azoteas, que se acumula sobre los tejados y dentro de los pulmones.
El alcalde publicó estos días el bando de todos los años obligando a sus vecinos a blanquear las fachadas. Llega la feria y los alquifeños se encaraman a las escaleras sin ningún convencimiento de lo que hacen. Las mujeres pasan la mano sobre 1os muebles y se miran la palma con gesto entre escéptico e impotente. En Alquife, todo, hasta el polvo, tiene unas dimensiones desproporcionadas.
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