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RELACIONES DE MOROS Y CRISTIANOS

 

PATERNA DEL RÍO - ALMERÍA

 

Comentarios y trascripción del texto:  Milagros Soler Cervantes

 

Seguramente el origen de las fiestas de moros y cristianos hay que buscarlo en la tradición popular de poner en escena al aire libre representaciones en las que se relataban y conmemoraban hazañas de héroes y dioses. Aunque existen datos que nos informan de que estas manifestaciones culturales colectivas se remontan  a la más ignota antigüedad, en el caso que nos ocupa podrían haber tomado, como referencia y modelo, los auto sacramentales celebrados durante la Edad Media.

 

Según nos informa Francisco Checa, en la Crónica del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo se menciona la celebración de unos juegos de cañas  (1463) en las que se festejaba la victoria de los cristianos sobre sus enemigos sarracenos. El mal (Lucifer) estaba encarnado asociado a los infieles sarracenos; el bien ( Dios, Cristo y sobre todo la Virgen María) era atributo que se le asignaba a la religión católica.

 

Los participantes en estos actos iban caracterizados con trajes que permitían a los espectadores diferenciar entre los bandos moro y cristiano. Enríquez de Jorquera señala que en Granada  (1634) se conmemoraba el día de la toma de la ciudad en honor a los Reyes Católicos con juegos de este tipo (Anales de Granada, Tomo II).

 

Las fiestas de moros y cristianos que tienen lugar en Paterna del Río siguían las mismas pautas, en atuendos y contenido que podemos ver en toda la Alpujarra y en muchos pueblos de las sierras almerienses. Seguramente por el carácter montañoso y aislado de su geografía, han mantenido formas que ya han desaparecido en otros lugares. A diferencia de lo que sucede en el Levante español, aún  es frecuente ver a los actores usando sus trajes de soldados obtenidos durante el periodo de milicias, como era costumbre en el  siglo XVIII y XIX.  En el caso de los guerreros árabes, el turbante y la capa los distingue claramente de sus adversarios.

 

En Paterna del Río, las fiestas de moros y cristianos (conocidas con el nombre de Relaciones), se hacían el segundo domingo del mes de mayo en honor a su patrona, la Virgen de los Remedios. Para la realización de la fiesta, en la parte alta de la Plaza Mayor del pueblo se levanta un castillo árabe, a cuyos pies se construye un altar. En él se colocará la Virgen o el Santo Cristo para presidir los actos. 

 

Representación de la fiesta en la plaza del pueblo a mediados del siglo XX.

 

Las Relaciones comienzan después de la misa, cuando la procesión llega a la Plaza Mayor. Los soldados moros rodean las calles adyacentes, viendo como se acerca la imagen portada por soldados cristianos. Al llegar, los moros salen disparando a discreción y apoderándose de ella, la colocan en el altar.

 

 

Procesión de la Virgen de los Remedios en la fiesta de moros y cristianos de Paterna del Río.

 

Los soldados cristianos están situados en la parte baja de la Plaza, sin guardar formación, desolados por haber perdido la imagen de la Virgen de los Remedios. El General Cristiano, poniéndose frente a sus tropas, les dirige varias arengas, que se inician con las siguientes palabras:

 

 

 

PRIMERA PARTE DE LAS RELACIONES

 

 

GENERAL CRISTIANO

 

¿Como mis bravos soldado

os miro con desaliento

sin vergüenza de que el mundo

se asombre de vuestro miedo?

 

¿No veis flotar la bandera

del alevoso aganero

sobre ese hermoso castillo

que hace poco era nuestro?

 

¿Dejaremos en sus manos

ese grandioso trofeo

que nos daba la esperanza

de poseer este pueblo?

 

Pensad que aquí nos mandó

el alto y pesado cetro

de Isabel y de Fernando

con el nombre de guerreros

 

Confió en nuestra bravura

y en la fe de caballeros

que jurasteis en Granada

delante del mundo entero.

 

No desmentidlo, soldados,

que el que falta al juramento

ni promete con valor

ni puede llamarse bueno.

 

La sangre no vale nada

delante de los cristianos

que merece el que abandona

santas empresas del cielo.

 

Santa es las nuestra, soldados

porque este hermoso terreno

es una parte de España

es la integridad del Reino.

 

Paterna será la patria

de vuestros hijos y nietos

y la patria tiene un grito

que siempre debe ser fiero.

 

Alzad la frente, soldados.

Mirad el hermoso suelo

que nos quiere arrebatar

el indolente aganero.

 

En la invencible Alpujarra

la tierra de los guerreros

de las altivas montañas

y de los valles amenos.

 

Es Paterna, cuya frente

ciñen las nubes del cielo

y mojan sus verdes faldas

e infinitos arroyuelos.

 

Aquí vive la salud

en esos claros veneros

que hace más rica la sangre

con su esencia de hierro.

 

Aquí arrullan las palomas

y cuando emprende su vuelo

dejan mecerse las flores

entre los brazos del viento.

 

Las rocas y los peñascos

con sus vaporosos ecos

dan el grito del torrente

que se despeña a lo lejos.

 

Todo es grande como Dios

que en un momento supremo

hizo esta bella Alpujarra

con tan esmerado empeño

que del anillo del mundo

son la llama de estos pueblos.

 

Ya veis si en santa la causa

que a vuestra fe recomiendo

pero es más grande, más santa

la causa de estos momentos.

 

Esos hijos de Mahoma

que a nada tienen respeto

nos han robado también

la Virgen de los Remedios.

 

Nuestro amparo, nuestra dicha,

nuestro más dulce consuelo,

el cariño de nuestros hijos,

la fe de nuestros abuelos.

 

La que tiene por corona

las estrellas de los cielos

y está vestida de Sol

con la luna por asiento.

 

La Predilecta del Padre

del Santo Espíritu eterno

la Solicitada Esposa,

la Madre Pura del Verbo.

 

La profanarán por fin, cristianos.

Se reirán  los sarracenos

de su virginal pureza

 

SOLDADOS CRISTIANOS

  

 Eso no. Vamos a ellos.

 

Del grupo de soldados sarracenos uno de ellos  (Emisario moro) se desplaza a la parte baja de la Plaza hasta encontrarse con el General Cristiano. Una vez frente a él, le dice:

 

EMBAJADOR MORO

No merecéis mi saludo

que los torpes y cobardes

abandonasteis el castillo

sin una gota de sangre.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Moro, si de paz la enseña

de tu campamento traes

no te permito más tiempo

ese grosero lenguaje.

 

Si es embajada, te escucho.

Pero si de vencedor alarde

quieres hacer con insultos,

también sabré castigarte.

 

EMBAJADOR MORO

De embajada de paz vengo.

Templa, cristiano, el coraje

que lo que vengo a decir

os puede ser agradable.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Habla cuanto quieras, moro.

 

EMBAJADOR MORO

Quizás te pese que hable.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Quizás te irás pesaroso

de tu orgulloso mensaje.

 

EMBAJADOR MORO

Cristiano, jamás en paz

tu  linaje y mi linaje

se encontraron siete siglos.

Una reyerta salvaje

os habrá hecho comprender

de lo que somos capaces.

 

Desde el pobre Guadalete

hasta el mismo Roncesvalles

palmo a palmo lo ganamos

con ríos de vuestra sangre.

 

Se vendieron vuestros condes

como espías miserables

y se huyeron vuestros reyes

del fragor de los combates.

 

Y vuestras bellas mujeres

las vimos abandonarse

a los amores ardientes

del feroz abencerraje.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Moro, por Dios, no prosigas

diciendo más disparates

o acaba pronto que ya tengo

sed de replicarte.

 

EMBAJADOR MORO

Pues deja un poco, cristiano

que aún no he dicho mi mensaje.

 

Aben-Abóo, nuestro rey,

el muy soberbio, el muy grande,

con sus valientes monfíes

vence ya por todas partes.

 

Si no os socorre Granada,

en los espesos breñales

de la gigante Alpujarra

moriréis a nuestros alfanjes.

 

Cadiar y Valor son nuestros.

Laroles, al baluarte

de esta parte de la Sierra

se ha rendido por el hambre.

 

De Paterna en el castillo

azota orgulloso el aíre

la brillante Media Luna

y los vistosos turbantes.

 

¿Qué os queda, por fin, cristiano?

Hasta vuestra Dulce Madre

la Virgen de los Remedios

es trofeo miserable.

 

Por eso vengo a vosotros

a proponeros galante

una rendición honrosa

que os evitará más sangre.

 

GENERAL CRISTIANO

 

¿Nosotros rendirnos, moro?

¿Desmentir tantos afanes

y tantas pruebas de valor

como dieron nuestros padres?

 

Covadonga se hundiría

en escombros miserables

y gritarían deshonor

las olas de nuestros mares.

 

Solamente la traición

os introdujo, cobardes,

en la España de Sagunto

y debes avergonzarte.

 

Después recuerda Lepanto,

donde vino a sepultarse

toda vuestra falsa gloria

para jamás levantarse.

 

Innumerables victorias,

hechos de armas inmortales

te deben acreditar

que no tememos a nadie.

 

Todos aquí nos creemos,

como otros tantos pulgares,

capaces de abordar solos

empresas que ni soñáis.

 

Las crestas de estas montañas

y las flores de estos valles

nunca la planta enemiga

las ha pisado de balde.

 

Esa bandera que azota

y tremola de miedo al aire

no es la enseña del valor,

es una traición cobarde.

 

Nosotros rendimos

a la Reina de los Ángeles

el culto que le debemos

ese castillo asaltáis.

 

Son esas vuestras hazañas

con tan débiles señales

de fuerza y de valor

la rendición provocáis.

 

Risa me da del orgullo

con que esa bandera traes.

No te tremoles, por Dios

que la vergüenza la abate

 

Vuélvete, moro, al castillo,

que en verdadero combate

sobra valor a estos bravos

para volver a tomarlo.

 

Dirigiéndose a sus tropas:

 

¿No es esto verdad, cristianos?

¡Que responda vuestra sangre!

 

SOLDADOS CRISTIANOS

  

 ¡Guerra!¡Guerra al enemigo!

 

GENERAL CRISTIANO

 

Dirigiéndose al emisario moro:

 

¡Guerra sin tregua! Ya sabes.

 

EMBAJADOR MORO

En el campo nos veremos.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Yo me encargo de buscarte.

 

EMBAJADOR MORO

Alá te guarde cristiano.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Dios te defienda y te guarde.

 

El Embajador Moro, subiendo a lo alto de la Plaza se dirige al General Moro diciendo:

 

EMBAJADOR MORO

Es altivo el español

y de furias exasperadas

dice que por la traición

nuestras armas han triunfado.

 

Guerra quiere a todo trance.

Nuestro exterminio ha jurado

con que aprestar nuestras fuerzas

y no rendirles el campo.

 

Que los hijos de Mahoma

en los desiertos criados

hagan patente a Paterna

su terrible desengaño

de recobrar el castillo

y su Virgen muy amada.

 

 

 

 

 

 

SEGUNDA PARTE DE LAS RELACIONES

 

Estando los moros en posesión del castillo, el General Cristiano manda allí a su Embajador con el siguiente mensaje:

 

GENERAL CRISTIANO

 

Ve al castillo, embajador

su rendición a intimidar

No tienes que desplegar

ni un alarde de valor.

 

Di a ese Muza que es valiente

su irremediable abandono.

Que se rinda y le perdono

la vida y la de su gente.

 

No le insultes, aunque en vano

se ría de tu presencia.

Hay una gran diferencia

entre un moro y un cristiano.

 

La Virgen guíe tu valor

e ilustre tu pensamiento.

No vuelvas al campamento

sin nobleza y sin honor.

 

Parte el Embajador Cristiano hacia el castillo de los moros y al llegar, dirigiéndose al General Moro, dice:

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

Dios te guarde, noble moro.

En este castillo en vano

guardáis el mejor tesoro

que adora el pueblo cristiano.

 

Inútiles serán los medios

que en su defensa presento.

Piden de aquel campamento

la Virgen de los Remedios.

 

 

GENERAL MORO

 

No creas, cristiano, en sueños.

De esa fortaleza armada

somos nosotros los dueños

y la tenemos cerrada.

 

Cerrada por mil valientes

que la sabrán defender.

Antes la verán arder

que en poder de vuestra gente.

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

Siento moro que tan dura

recibas esta embajada.

Si quieres la mano armada,

la tendrás. Yo te lo juro.

 

Pero cumplo mi deber

de revelarte primero

lo que tú debes saber.

 

Granada, la ciudad bella

por quien Boabdil suspira,

hasta con desprecio mira

al traidor Abén Humeya.

 

Sangre real por su corazón circula

y de ella blasona

pero busca una corona

en la negra rebelión.

 

Y en desesperada liza

elige la altiva Sierra

para provocar las guerras

con la gente advenediza.

 

Su plan infame vacila

y cuando este grito lanzo

coronan a Aben Abóo

en las vegas de Narila.

 

Así sus locos afanes

tuvieran por resultado

morir de un pino colgado

por sus mismos capitanes.

 

Y Abén Abóo, la esperanza

que vuestro valor abona,

has perdido la corona

sin realizar su venganza

 

GENERAL MORO

 

Cristiano ¿Será verdad

la muerte de Abén Humeya?

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

Oye lo que dicen de ella.

Oye por curiosidad.

 

Existe una cueva impura

donde dicen los pastores

que sus súbditos traidores

le dieron la sepultura.

 

Y se les eriza el bello

cuando el rayo de la luna

sobre su sombra importuna,

con el vil dogal al cuello.

 

Todo el que lo ve se aterra

porque su sombra es tan leve

que sin desflorar la nieve

cruza el alto de la Sierra.

 

Allí sus huestes escasas,

perdido todo el valor,

han ido a esconder su horror

bajo el techo de sus casas.

 

Esta es la verdad eterna

que te relato sin saña.

Piensa que, de toda España,

sólo te queda Paterna.

 

No esgrimas, moro atrevido,

tu sangrienta cimitarra,

ni temas que la Alpujarra

sirva a los moros de nido.

 

Vuelve al África ardiente

sin mengua de tu alma entera.

No faltará una palmera

que brinde sombra a tu frente.

 

Allí templarás tus penas

del desierto en sus ardores.

No pueden gustar las flores

al hijo de las arenas.

 

Y si tu pecho desgarra

tenaz y agudo el tormento,

vente a respirar el viento

de la risueña Alpujarra.

 

 

 

 

GENERAL MORO

 

¡Por Alá calla, insensato!

No aceleres mi agonía

que es chica mi fantasía

para abarcar tu relato.

 

No te perdono la calma

ni la manera fatal

con que has clavado el puñal

en el fondo de mi alma.

 

Mis reyes y mis amores,

mis sueños y mi alegría

se han marchitado en un día

para brotar mis dolores.

 

Siente mi alma un desmayo

que no puedes calcular.

Hasta me atreví a soñar

ser un segundo Pelayo

 

Desde Asturias a Granada

lanzó del valor la furia.

Yo conquistaría Asturias

desde mi Sierra Nevada.

 

Y en Granada la gentil

buscaba un florido espacio

para un soberbio palacio

entre el Darro y el Genil.

 

Y como absoluta dueña

de tanta bella ilusión

tenía en mi corazón

una linda alpujarreña.

 

Sueños de gloria, volad

de mi acalorada frente.

Corazón, lucha valiente

contra la fatalidad.

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

¿Qué prefieres, imprudente?

Cuando aviva la razón,

sólo la resignación

señala al hombre valiente.

 

Y según yo te contemplo,

si entregas la fortaleza

más que parecer bajeza,

fuera de valor ejemplo.

 

Paterna te debería

la sangre de sus hermanos.

 

GENERAL MORO

 

Tus empeños serán vanos.

Contra la decisión mía

quizás la batalla pierdas

y las circunstancias en la lucha.

 

Pero ten calma y escucha

de mi país un recuerdo.

 

En el África encendida

cuando al león acorralan,

ruge y lucha hasta que exhala

el aliento de la vida.

 

Yo soy africano,

hijo del ancho desierto

y prefiero quedar muerto

a rendirme a ti, cristiano.

 

En mi corazón de moro

siento que si me entregara

como vil me despreciara

la alpujarreña que adoro.

 

Que las altivas mujeres

antes de sentir amor

calculan por el valor

la extensión de sus placeres.

 

Alá que este trance quiso

desde la misma creación

ante mi vil redención

me cerraría el Paraíso.

 

No, cristiano. Que la llama

del valor que arde en mi pecho

tenga al menos el derecho

de un recuerdo de la fama.

 

¿Qué es una vida sin gloria

para un caudillo de honor,

ni qué pruebas de valor

cuando es fácil la victoria?

 

Anda al campamento tuyo

y prueba que eres valiente.

Quizás puedas con mi gente

domar tu feroz orgullo.

 

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

No es orgullo lo que el pecho

de un cristino ha de sentir

sangre aún, que tenga derecho

 

Que la caridad cristiana

de la religión señora,

dice que aún siendo la sangre mora

la tratemos como hermana.

 

Manda perdonar la ofensa,

pero al injusto agresor

quiere proponerle el valor

que da la propia defensa.

 

¿Y qué será más injusta

que tener la Virgen Pura

donde no estará segura

de la agarena malicia.

 

Juzgad que este pensamiento

que torturáis inhumanos

no enardece a los cristianos

del lejano campamento.

 

Los verás venir, terribles

alentando en esa idea.

Seguro que en la pelea

eso los hará invencibles.

 

Y si no hubiera una valla

de error en tu fantasía

verás venir a María

dirigiendo la batalla.

 

Ríndete, moro, esta tarde

 

GENERAL MORO

Es imposible a los dos.

 

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

Pues queda moro con Dios.

 

GENERAL MORO

Cristiano, que Alá te guarde.

 

 

Se marcha el Embajador Cristiano a la parte baja de la plaza, y le dicen al General Cristiano:

 

EMBAJADOR CRISTIANO

 

Inútil fue mi embajada

y al volver al campamento

me acompaña el sentimiento

de no haber servido de nada.

 

Ni la caridad ni el ruego,

ni la justicia ofendida,

ni el aprecio de la vida,

ni los horrores del fuego.

 

Su altiva cerviz no doma

ni el grito de la conciencia

de los hijos de Mahoma.

 

GENERAL CRISTIANO

 

Fatales y carniceras gentes

que a nada se abaten

y al provocar el combate

muestran instintos de fieras.

 

Y ¡Vive Dios! que se nota

en esa altivez violenta

algo de injuria y de afrenta

por las pasadas derrotas.

 

Soldados, sólo desprecio

merece un guerrero alarde

que si no llamo cobarde,

lo califico de necio.

 

Sin embargo, en mi sentir,

antes de jugarse la vida

debe mi voz conmovida

enseñaros a morir.

 

Debo aún, sin ser fecundo,

enriqueceros la memoria

con tantos días de gloria

como habéis prestado al mundo.

 

A esta orbe, que anchurosa

su haz no abarcaba tanto

como exigía un Lepanto

y las Navas de Tolosa.

 

Y al ver estrecho el recinto

de la altiva España

han ido a buscar hazaña

a otros mundos distintos.

 

Y mientras sienten las de aquel

mar el santo orgullo

de saludar con su arrullo

las banderas españolas.

 

No oscurece tanto el brillo,

ni mengua tanta fortuna

que aún flote la media luna

sobre ese debí castillo.

 

Ni a la Virgen grato le es

ni se aviene a su grandeza

de tener sobre su cabeza

lo que Dios puso a sus pies.

 

Brilló para España un día

en que purgar dio probada

su fe, llevando a Granada

en triunfo el Ave María.

 

Fue un arranque temerario

jurar solo a un pueblo infiel

que clavaría el cartel

en la puerta del Sagrario.

 

Y esa misma Virgen presa

y robada a nuestro culto

no es el más grosero insulto

a nuestra fe y entereza.

 

Vamos por ella, que el templo

su imagen santa reclama.

Si os falta del valor la llama,

tomad de mi amor ejemplo.

 

 

Comienza la batalla entre moros y cristianos. Finalmente aparece el General Moro con bandera de parlamento y dice:

 

GENERAL MORO

Cesar las escenas crueles

y escuchad, bravos cristianos

como se abren los arcanos

aún a las almas infieles.

 

No se rinde a nuestros bríos

ni siente al luchar desmayo

el que ha cruzado a caballo

tintos de sangre los ríos.

 

Es la fuerza encantadora

de cierta visión divina

la que seduce y fascina

mi mente batalladora.

 

He visto, lleno de anhelo,

entre la sangre y el humo,

una mujer que presumo

haber bajado del cielo.

 

La he visto pura y graciosa

en el pecho del cristiano

dejar, con su propia mano,

invisible alguna cosa.

 

Entonces era invencible

al que su diestra tocaba

y la alta visión volaba

a una región invisible.

 

Pedida a mi amor reacio

entre un millón de querubes

hubiera roto las nubes

que achicaban el espacio.

 

Más del insultado brillo

un ángel lleno de unción

dijo: La hermosa visión

la tenéis en el castillo.

 

Miré tantas maravillas

Torna mi alma cristiana

y aclamo por Soberana

a esta Virgen de rodillas.

 

Bendito sean los medios

que nos fueron ofrecidos.

Protege a tus convertidos

Virgen de los Remedios.

 

 

 

 

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